Cuando entramos en un lugar oscuro, los ojos tardan un tiempo en acostumbrarse.
Al principio no vemos nada, la oscuridad lo envuelve todo.
Si damos algún paso, lo más seguro es que choquemos con algo, rompiéndolo o haciéndonos daño.
También, si tratamos de avanzar, no llegaremos a ningún lado, nos toparemos con una pared, con una esquina o con obstáculos insalvables, y luego, no encontraremos la salida.
Después de un rato, cuando nuestra visión se va acostumbrando, el cuarto no parece tan oscuro. Empezamos a distinguir formas, nos vamos volviendo conscientes del espacio y nos orientamos.
Esta puede ser una metáfora de cuando sucede algo inesperado en nuestra vida que nos hunde en un pozo. Cuando fallece alguien, cuando rompemos con nuestra pareja, cuando nos diagnostican una enfermedad o nos surge un problema laboral o familiar.
Nuestra mente, ávida y ansiosa quiere decidir, quiere salir del pozo, pero es muy probable que se estrelle con partes del problema que no ve. En realidad siempre, SIEMPRE, hay algo de luz. Nada es tan oscuro. Hasta un agujero negro, de tan oscuro que es, brilla. Y aunque en la inmediatez veamos que nuestra situación es la peor que podemos tener y que no hay salida, lo mejor que podemos hacer es esperar que nuestras emociones y nuestra mente (y nuestro cuerpo) se adapten a las nuevas circunstancias.
Tomar una actitud de testigos, de observadores. Abrir la mirada. Dejar que aparezcan los diferentes factores que están en juego y que no vemos ni veíamos antes. Avocarse a las pequeñas cosas: Disfrutar de un rico té, salir a comer con una amiga, leer. Tomar una actitud de espera sin desesperar.
También es recomendable expresar (y no solo mediante las palabras orales) lo que nos esta pasando. Escribir es una buena acción que implica la motricidad y el simbolismo. Nos puede aclarar la visión. Dibujar o pintar, hacer cerámica son también actividades que, si como capaces de despojarnos del “no sé” o el “lo hago fatal” y simplemente lo usamos como herramientas de expresión, nos pueden ayudar a ver cosas en nosotros y en el entorno de las que no éramos conscientes.
Recuerda: En cualquier situación que te encuentres, date un tiempo de espera. Verás que hay gente muy dispuesta a ayudarte. Solo hace falta que sepas como pedirles claramente en qué quieres que te ayuden. Verás que hay una oportunidad de valorar la vida: porque puedes vivir cien años vacíos o diez años llenos. Y te aseguro que valen la pena. Porque en definitiva, ¿qué es el tiempo sino la intensidad con que lo vivas? Y los problemas, la tristeza, la ausencia te van a dar profundidad, te van a dar alas, te van a dar la bienvenida a una vida mejor que la que llevabas antes.
Agradece lo que estas viviendo sea lo que sea: si lo estas viviendo y eres consciente, da las gracias a la vida por ponerlas en tu camino.
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