Entendemos la generosidad como un acto, el acto de dar. Pero en el camino espiritual, dar es el resultado de un estado interno, que es un estado desapegado y consciente de la transitoriedad de las cosas.
El acto de dar, no siempre es un acto generoso, y mucho menos espiritual, porque puede estar teñido de nuestras expectativas y aferramientos.
Es un problema practicar la generosidad desde el dar, cuando no se comprende a la generosidad como un estado del Ser.
El estado de ser generoso, nos llevará a desapegarnos de las cosas, a no sufrir tanto por las perdidas y a tener abundancia en nuestra vida.
Cuando cultivamos este estado en la meditación, el dar se vuelve algo natural. Estamos siempre abiertos y expectantes a la oportunidad en que seamos necesarios o se necesite algo de lo que tenemos, algo que pueda ser útil para alguien más.
Internamente podemos dar muchas cosas. En meditación se trabaja en dar amor, en dar atención, en soltar los apegos y demás.
La meditación en la generosidad produce un cambio profundo en nosotros y nos abre las puertas a la libertad, a vivir sin tanto equipaje.
Te invito a seguir la agenda para ver nuestras próximas charlas y prácticas.
La generosidad, en el contexto del yoga, es un potente antídoto contra el sufrimiento, porque la mayoría del sufrimiento que experimentamos viene de dos causas fundamentales: El apego y la aversión.
El apego es estar aferrados a cosas. Pero no solo a las cosas que tenemos, sino también a las que no tenemos y deseamos.
Antes de continuar, me gustaría aclarar que en todo momento estamos hablando del sufrimiento que nos causan estos apegos y aversiones. En ningún momento se ha de juzgar cómo que es malo tener apegos o deseos, ni tener aversiones o rechazos. No es ni malo ni bueno, simplemente hay que evaluar si nos causan dolor, si nos quitan armonía en la vida, si nos desequilibran emocional o mentalmente. Esto sucede cuando es un apego exacerbado y fuera de control. Nada es bueno o malo inherentemente, depende de si tenemos control, de si es bueno para nosotros y los demás, y de si es acorde a la realidad en la que vivimos, al momento.
Siguiendo con la definición de apego y el dolor que nos causa, vamos a definirlo:
Cuando tenemos algo que pensamos nos hace felices, sufrimos por el miedo a perderlo, porque se estropee o porque nos lo quiten. Gastamos una ingente cantidad de energía en prevenir que esto no suceda. Y como sabemos, en este mundo en le que estamos, todo se gasta y se estropea, todo acaba. Y si no acaba, nuestra vida de seguro que si lo hará, y nada podremos llevarnos. Eso genera una gran antiedad, a veces sutil, otras veces evidente y somática.
Cuando no tenemos algo que deseamos sufrimos por la sensación de no poder ser felices hasta que lo tengamos. Y muchas veces las circunstancias hacen que no podamos acceder a ese bien, a esa valoración positiva y a esos halagos, o no somos correspondidos en nuestros sentimientos.
Para resumir, sufrimos con lo que tenemos y con lo que no tenemos.
Aversión
Con la aversión pasa igual. Hay cosas que nos pasan y que desearíamos que no estén: un dolor, una situación laboral, un clima desfavorable, un vecino molesto. Y hay cosas que tememos que nos pasen o que estén y sufrimos cuando pasan cerca o vienen hacia nosotros.
La práctica de la generosidad
En este sentido la práctica de la generosidad es un gran antídoto porque nos prepara para desprendernos de todo.
No se trata solo de una acción. Es más bien una actitud. La actitud generosa de estar siempre dispuestos a dar: sean cosas materiales, emocionales o intelectuales.
Para practicar este tipo de generosidad que nos libera del sufrimiento hay algunas regalas:
En la categoría de cosas materiales que podemos estar dispuestos a dar, se tienen que cumplir los siguientes requisitos: Que lo que demos sea bueno, no las sobras, sino cosas que nos importan y que hacen bien a quién se las damos.
En la categoría de cosas emocionales se deben cumplir los siguientes requisitos: Que alivien el miedo y el dolor de quién lo recibe. Puede ser a través de palabras de apoyo, de consuelo, pueden ser caricias y mimos, masajes o cualquier cosa que ayude emocionalmente a la persona que lo recibe.
En la categoría de cosas intelectuales, que pueden ser enseñanzas, consejos, puntos de vista diferentes, los requisitos son: Que estén basados en verdades. Que estén acordes a la comprensión de la audiencia. Que ayuden a mejorar la situación.
Requisitos generales:
Y por último, para practicar cualquiera de estas categorías de la generosidad se ha de hacer sin apegarse al resultado que generemos. Sin esperar recompensa ni reconocimiento por nuestro acto. Y sobre todo, hacerlo desde la consciencia de que nuestra ayuda es solo un vote para cruzar las aguas, pero quién tiene que remar y atravesarlas es cada uno. Es muy difícil ayudar a alguien que no quiere ayuda. Y aplicado a uno mísmo, hay que saber pedir ayuda cuándo la necesitamos.
Puesta en práctica:
Practica cada día dar algo en cada una de estas tres categorías: Da algo material, da algo emocional y da algo intelectual a las personas que lo necesiten.
¡Verás como tu vida empieza a cambiar, y como dicen todos los sabios, se te devolverá cien veces multiplicado!
La palabra “rutina” tiene una connotación negativa, como aburrimiento o compromiso obligatorio. Sin embargo, los hábitos rutinarios, en lo que se refiere al cuidado de nuestro organismo, sabemos que son positivos y nos aportan equilibrio y regularidad.
Esta regularidad la podemos ver en la naturaleza: el sol que sale cada mañana, las estaciones, las mareas y los ciclos lunares nos inspiran a ver que para estar en sintonía con nuestra esencia natural, debemos tener hábitos regulares de alimentación, ejercicio, trabajo y descaso.
Al fin de cuentas, aunque las cosas se repitan, siempre son diferentes. Cada día es un regalo, una oportunidad. Todo depende de tu enfoque.
No hace falta hacer grandes cambios. Si sientes la necesidad de salir de tu círculo, entra en tu espacio interior: allí te espera un universo desconocido, un territorio a explorar, a descubrir.
Cuando conectas con esa parte tuya, que permanece inmutable frente al cambio y sin embargo es infinita, pequeños cambios aparece en tu vida de forma evidente.
Hasta las personas que te rodean lo notarán. Un entusiasmo en las pequeñas cosas que antes no estaba.
El entusiasmo debe estar en cada acto. Entusiasmo es alegría, es estar despierto, es vivir intensamente. Es apreciar la belleza de la vida.
Para encontrar ese entusiasmo debes tener una motivación pura, un motivo: un saber por qué y para qué haces lo que haces.
Conócete y descubre cuál es tu camino hacia la libertad.
Empieza por conquistar tu mente y tu cuerpo y no les dejes caer en viejos hábitos destructivos. Apóyate en las personas que han roto la rutina heredada y han elegido su propia manera de vivir la vida.
¿Qué es lo que más te gusta hacer y que te hace bien? ¿Qué cosas puedes incentivar en tu vida que te llevarán a ese futuro ideal? ¿Cómo te ves idealmente dentro de cinco, siete o diez año?
Empieza por cambiar pequeñas cosas ahora, y el futuro será tuyo.
Cuando entramos en un lugar oscuro, los ojos tardan un tiempo en acostumbrarse.
Al principio no vemos nada, la oscuridad lo envuelve todo.
Si damos algún paso, lo más seguro es que choquemos con algo, rompiéndolo o haciéndonos daño.
También, si tratamos de avanzar, no llegaremos a ningún lado, nos toparemos con una pared, con una esquina o con obstáculos insalvables, y luego, no encontraremos la salida.
Después de un rato, cuando nuestra visión se va acostumbrando, el cuarto no parece tan oscuro. Empezamos a distinguir formas, nos vamos volviendo conscientes del espacio y nos orientamos.
Esta puede ser una metáfora de cuando sucede algo inesperado en nuestra vida que nos hunde en un pozo. Cuando fallece alguien, cuando rompemos con nuestra pareja, cuando nos diagnostican una enfermedad o nos surge un problema laboral o familiar.
Nuestra mente, ávida y ansiosa quiere decidir, quiere salir del pozo, pero es muy probable que se estrelle con partes del problema que no ve. En realidad siempre, SIEMPRE, hay algo de luz. Nada es tan oscuro. Hasta un agujero negro, de tan oscuro que es, brilla. Y aunque en la inmediatez veamos que nuestra situación es la peor que podemos tener y que no hay salida, lo mejor que podemos hacer es esperar que nuestras emociones y nuestra mente (y nuestro cuerpo) se adapten a las nuevas circunstancias.
Tomar una actitud de testigos, de observadores. Abrir la mirada. Dejar que aparezcan los diferentes factores que están en juego y que no vemos ni veíamos antes. Avocarse a las pequeñas cosas: Disfrutar de un rico té, salir a comer con una amiga, leer. Tomar una actitud de espera sin desesperar.
También es recomendable expresar (y no solo mediante las palabras orales) lo que nos esta pasando. Escribir es una buena acción que implica la motricidad y el simbolismo. Nos puede aclarar la visión. Dibujar o pintar, hacer cerámica son también actividades que, si como capaces de despojarnos del “no sé” o el “lo hago fatal” y simplemente lo usamos como herramientas de expresión, nos pueden ayudar a ver cosas en nosotros y en el entorno de las que no éramos conscientes.
Recuerda: En cualquier situación que te encuentres, date un tiempo de espera. Verás que hay gente muy dispuesta a ayudarte. Solo hace falta que sepas como pedirles claramente en qué quieres que te ayuden. Verás que hay una oportunidad de valorar la vida: porque puedes vivir cien años vacíos o diez años llenos. Y te aseguro que valen la pena. Porque en definitiva, ¿qué es el tiempo sino la intensidad con que lo vivas? Y los problemas, la tristeza, la ausencia te van a dar profundidad, te van a dar alas, te van a dar la bienvenida a una vida mejor que la que llevabas antes.
Agradece lo que estas viviendo sea lo que sea: si lo estas viviendo y eres consciente, da las gracias a la vida por ponerlas en tu camino.
El origen de la palabra yoga vienen de “Yuj” cuya traducción del sánscrito es Yugo: lo que se utiliza para mantener juntos a los bueyes y así que se coordinen en la realización de una tarea.
A su vez tiene relación con domarse o dominarse y poner de acuerdo los aspectos duales de esta realidad para realizar un fin.
La realidad dual
Podemos ver que la naturaleza de las cosas es dual, todo tiene arriba y abajo, frio y calor, positivo y negativo. Los elementos que conforman la realidad en la que habitamos se complementan para formar las innumerables variedades de expresiones que vemos a través de los sentidos.
La inhalación y la exhalación, el nacimiento y la muerte, el sueño y la vigilia son expresiones de esta dualidad en el ser humano.
El yoga nace como una disciplina devocional, como una danza que expresa la belleza de quien a conquistado su cuerpo y mente y los dirige hacía algo mas elevado, que está mas allá de toda dualidad, el estado último de la consciencia no dual.
En este sentido, con el yoga se supera el drama humano sin abandonarlo, sino llevándolo a la máxima perfección, porque el arte de conquistarse a sí mismo también implica la perfección en la acción, en control emocional y racional.
Cuatro conceptos claves
Pero para entender esto y que no sea una vaga idea, y comprender cómo ven la realidad los seguidores de las tradiciones yóguicas, debemos tener en cuanta cuatro conceptos que están presentes en todo el espiritualismo indio: el karma, la maya, el nirvana y el yoga. Lo explica profundamente Mircea Eliade en “Yoga, inmortalidad y libertad”. Karma es la ley de causalidad, todo esta conectado y cada acción produce una reacción, haciendo al hombre responsable de su propio destino de manera directa e indirecta y conectándolo a un gran karma cósmico, colectivo e individual. La maya sería la ilusión que soporta toda la realidad que conocemos. Cada uno y cada especie, vive en una ilusión diferente, creada por los estímulos de los sentidos y su interpretación subjetiva. Incluimos en estos sentidos a la mente que genera estímulos desde dentro hacia afuera. Nirvana está mas allá de la maya, de la ilusión, y sería la realidad última, lo absoluto, lo que no depende de la percepción humana, que no cambia ni es afectada por el karma. Toma distintos nombres como Brahmán, Dios, Yo (atman) o Nirvana. Y por último, los medios para llegar a ese Ser se denominan yoga.
En este sentido el yoga vendría a ser un puente desde la ilusión a la realidad. Un camino del despertar.
La promesa de libertad frente al nacimiento y la muerte
Vivimos atados y condicionados a un sueño heredado del pasado y con una proyección a futuro que solo hace que imitar lo anterior, salvo algún atisbo de valentía empujado por algún loco o adelantado que luego resulta en ser un genio. Pero los cambios suceden tan lentamente que a veces son imperceptibles para la corta duración de una solo vida.
Aún así hay una esperanza en cada vida, cada persona trae una promesa en sí y a su propio alcance: la posibilidad de conquistarse y despertar. La posibilidad de salirse del rebaño y tomar las riendas de su propia vida, de decidir con libertad, libertad con respecto a los condicionamientos culturales y sociales, con respecto a su vida, que en definitiva se suscribe a su propio cuerpo. En última instancia es el cuerpo el campo de batalla del hombre, y es ahí donde puede ganar la lucha.
Con el fin de comprender mejor cómo funciona el ser humano, la filosofía del yoga propone cinco envolturas o planos de existencia.
Estas envolturas se pueden percibir, aunque hace falta un gran entrenamiento para distinguir unas capas de otras.
También se puede actuar a voluntad desde cualquier plano.
Para que lo comprendas y no pienses que es algo místico o abstracto, piensa en que eres como un bebé en el control de tu Ser. Imagínate que tienes unos pocos meses de vida y te estás dando cuenta que tienes algo que a voluntad parece responder, aunque de manera imprecisa, delante de ti, percibes algo que se mueve. Son tus manos, las mismas que pueden escribir, tocar el piano o acariciar, pero desde tu perspectiva no distingues aún siquiera que tienes cinco dedos, ni tampoco puedes ejercer tu voluntad sobre ellas.
Lo mismo nos pasa con las diferentes planos en que habitamos.
1er Plano
Una maestra de yoga me dijo que lo primero que hay que lograr es el dominio del cuerpo físico. Eso es Hatha Yoga, el yoga de las asanas, un comprensión perfecta del control de tu cuerpo. Es como ser un violinista que controla todos los movimiento y matices de una correcta ejecución, pero en este caso el instrumento es nuestro propio cuerpo.
Ese es el trabajo sobre la primera capa de existencia, ANNAMAYA KOSA: Corresponde al cuerpo físico de huesos, músculos, tendones y demás.
2do Plano
El segundo terreno a conquistar, después de haber conquistado el cuerpo es el campo energético. Se conquista a traves del control de la respiración y la energía vital (PRANAYAMA).
Este ya nos cuesta un poquito más de distinguir y seguro que te surge la tentación de abandonar aquí o pensar que esto ya es demasiado. Pero no! Es muy importante que lo comprendas: Imagínate retroceder en el tiempo y decirle a alguien que existe la electricidad, que viaja por cables y sirve para iluminar, calentar, enfriar y mover cosas. Qué hubieran pensado? Que era demasiado complicado? Seguramente, pero es hora de que despiertes a lo que tienes. Tienes en el cuerpo un cableado de kilómetros y kilómetros de neuronas, lugares en donde se acumula, se almacena y se produce electricidad o energía. El pranayama junto con las asanas te enseña a controlar esta energía. A no acumular demasiada tensión en un sitio y dejar otro sin electricidad. A guardar energía para cuando la necesitas y para cuando tienes que sanar algo. Todo depende de tu control energético.
Este campo de existencia es PRANAMAYA KOSA: El campo energético, el que te da calor, electricidad y movimiento entre otras muchas cosas más.
3er Plano
No puedes negar que piensas, que recuerdas, que imaginas. Tu mundo mental es tan real como el físico. Habitas en un plano mental. Tienes un plano mental. Pero, ¿Realmente lo sientes tuyo o va por libre? ¿Puedes ejercer tu voluntad o va como un mono loco de una cosa en otra, metiéndote en problemas, gastándote la energía innecesariamente o haciedonte sufrir con una ambición desenfrenada o rascándose las heridas del pasado y el presente? ¿Te suena esto? Fíjate que del primer plano físico, que más o menos lo dominas, al segundo, el energético, ya había un salto abismal en cuanto a control. En este tercer plano mental casi apenas si puedes dominarlo.
La técnica del yoga para dominarlo y ser dueños plenamente es la concentración. Si puedes controlar donde poner tu mente, ya empiezas a ser dueño de ella. La gracia de PRANAYAMA o la respiración consciente es que puedes (y debes) practicar la concentración a la vez. Porque un aumento de energía sin control mental es muy peligroso.
También el yoga da otras técnicas, como mirar fijamente un objeto, recitar mantras o atender plenamente la ejecución en las asanas.
La mente es muy poderosa y puedes hacer y hacerte daño si no la controlas. Puedes usarla para curarte y sanar a otras personas.
Esta envoltura se llama MANOMAYA KOSA.
4to Plano:
Esta envoltura es la intelectual. Es la manera que tienes de razonar y discernir. Es por donde se mueve tu mente. Digamos que la mente es el agua y el razonamiento y la discriminación es el cause por donde se mueve.
Se conforma de acuerdo a lo que haz experimentado en tu vida, lo que haz aprendido teórica y experincialmente. Es lo que te hace pensar como piensas. Es lo que hace que tu mente no sea igual a la mente de otro.
Puede que seas consciente de lo que estoy diciendo, pero te voy a dar un ejemplo para que lo entiendas mejor: Imagínate que aprendes un idioma nuevo. Haz cambiado tu capa intelectual. Para siempre tu capa intelectual se ha refinado. Cada cosa que aprendes intelectualmente, cambia tu Pano intelectual. Y fíjate que si es tangible el cambio, ¡ahora puedes hablar con otras personas que antes no te entendían!, también puedes entender las letras de las canciones que antes solo sonaban bien por melodía.
Para trabajar este plano de existencia el yoga nos aporta la filosofía. PERO NO SOLO UNA ÚNICA FILOSOFÍA, nos dice que estudiemos intelectualmente todos los caminos que elevan al Ser. A traves de maestros o textos como la Biblia, el Bhagavad Guita, las enseñanzas de Buda, que aprendamos y le demos un refinamiento a nuestra capa intelectual y tengamos una amplia visión de las cosas.
Esta capa de existencia se llama VIJÑANAMAYA KOSA.
5to Plano
La envoltura espiritual. Es como si contuviese a las demás, aunque todas están superpuestas, esta es la matriz. En ella radica la capacidad de ser felices. Porque el placer puede ser obtenido en los otros planos: placer intelectual o físico, pero la capacidad de sentir felicidad profunda sin depender de nada externo ni interno, de ningún estimulo, vine de este plano. Cuando atravesamos con nuestra consciencia todos los planos y llegamos a este, estamos felices en sí mismos. Es la beatitud o experiencia trascendental de los yoguis, de los que han logrado unir todas sus facetas y habitan en todos los planos de manera consciente.
Cuando llegamos a este plano nos sentimos felices y dichosos. El INTELECTO entiende todo, la MENTE fluye tranquila, la RESPIRACIÓN Y LA ENERGÍA se apaciguan y el CUERPO siente un placer inmenso.
Este plano es ANADAMAYA KOSHA, el plano espiritual de la dicha y la felicidad.
En las clases de yoga muchas personas sienten que, durante los cinco minutos que dura la relajación, les va a ser imposible relajarse profundamente. Es más, en ocasiones la mente nos juega malas pasadas y en su ansia de estar siempre produciendo, nos lleva por un camino de agobio e intolerancia ante el hecho de tener que permanecer inmóvil ese tiempo.
Lo cierto es que necesitamos relajarnos. Si recordamos uno de los propósitos por el que nos apuntamos a yoga era ese, el de tener una actitud más tranquila ante los desafíos, ser más tolerantes y estar más fuertes físicamente y mentalmente para afrontar los envistes del tiempo, del medio ambiente y de la sociedad. Ahora nos dan la oportunidad de lograr esa ansiada ecuanimidad ¿y qué hacemos? dedicamos ese tiempo a pensar en la compra del super, a recordar los problemas en el trabajo, a planificar nuestras vacaciones. El presente se nos escurre, se nos va sin vivirlo. Nos decimos “quiero vivir el presente” y también “El futuro es incierto y me genera ansiedad” y “El pasado ya pasó, yo no soy la misma persona y he aprendido de lo sucedido, pero ya no puedo volver atrás”. Para vivir en el presente hay que hacer un gran ejercicio de soltar la seguridad. Porque el presente asusta, ¡es tan efímero y rápido! que no alcanzamos a decir -presente- cuando ya se nos ha pasado. Esto nos genera mucho temor, queremos seguridad, pero a la vez, en nuestro interior, hay una parte que necesita libertad, a la que le agobia el verse atrapada en sí misma. Esa parte es nuestra parte espiritual, que no tiene forma ni lugar.
A lo largo de nuestra vida hemos hecho tanto por construir nuestra mascara “ego”, que nos hemos olvidado que la llevamos puesta. Y ahora se nos dice – Quítatela! al menos por cinco minutos, olvida tu pasado, no existe el futuro, siente plenamente este momento, siente tu propio cuerpo, habítalo.
Ahí es cuando los mecanismo de supervivencia de la mente se disparan. Y comienza, nuestro enemigo interno a jugarnos un pulso velándonos la realidad y metiéndonos en la burbuja egocentrista.
Si superas esa tendencia natural de tu mente, y logras por momentos habitar el presente y dejar que se revele la falta ilusión de ser quien crees ser, y eres quien eres de verdad, descubrirás la vida eterna, la parte de ti que no cambia con el tiempo. Pero como dicen, esto es un misterio a ser vivido y no explicado, porque las palabras, otra vez, pueden fortalecer tu ego.
Los maestros siempre exigieron de los alumnos disciplina. En otros tiempos o en otras culturas, esto venía a ser algo natural que se asumía desde el principio. La disciplina es la puerta que abre en la conducta del ser el camino hacia la mejoría de la condición actual.
No se puede ser más de lo que se es sin ir más lejos de las propias limitaciones. Éstas, como grandes anclas, nos sujetan en los aspectos débiles de nuestra personalidad. Las decisiones basadas en la pereza o en la búsqueda de comodidad y confort nos vuelven débiles y vulnerables. Una persona que lo tiene todo, todos los bienes que necesita y más, no puede disfrutarlos sin disciplina. Por el contrario, éstos abrirán las puertas hacia una decadencia sin fin, donde al final del trayecto se perderán incluso las capacidades de disfrute.
Una persona disciplinada puede disfrutar con muy poco. En la dureza de su entrenamiento está cultivando la capacidad de alegrarse con pequeños triunfos, placeres sutiles y una larga vida de plena capacidad para ejercer su voluntad. La voluntad y la disciplina está íntimamente relacionadas, porque en definitiva, ser disciplinado es poder acatar la voluntad. La voluntad de un maestro que quiere ayudarnos a cultivar nuestro ser o nuestra propia voluntad, que quiere cosas buenas para nosotros mismos y nuestro entorno.
La voluntad se basa en propósitos y es indispensable recordarlos y tenerlos claros. Tomarse un tiempo para hacer una declaración de propósitos así como conocer los propósitos de la disciplina en la que queremos perfeccionarnos. Esto requiere en la mayoría de los casos que estudiemos las raíces y procedencias propias, personales, o de la materia a la que vamos a aplicarnos. Y puede ser pasado por alto como cosa menor, pero si no se estudian estas cuestiones, se corren varios peligros:
Perdernos el profundo propósito de las cosas y quedarnos en resultados superficiales.
Hacer las cosas con un propósito equivocado.
Abandonar antes de cumplir el propósito.
Esforzarnos de manera incorrecta en aspectos incorrectos.
En este sentido, podemos decir que la práctica y la disciplina se convierten en un despropósito.
Cuando hay un estudio serio y cabal de los objetivos que uno se propone, la motivación será plena. Los obstáculos serán superados con alegría e iremos sin dudas o vacilaciones hacia nuestros objetivos, viéndolos cumplidos ampliamente. En el camino ganaremos la capacidad de poder cumplir con más propósitos y objetivos, saldremos fortalecidos en nuestra voluntad y en nuestra disciplina.
Por el contrario, si sucumbimos a la pereza o a la desidia, nuestra psiquis se verá ampliamente marcada y la confianza en nosotros mismos, en nuestras capacidades y nuestra voluntad, quedará en entredicho. Estas dudas serán una barrera para futuros desafíos o necesidades que se nos presenten. Estas derrotas amargarán nuestra existencia de manera silenciosa pero a la vez omnipresente en cada uno de nuestros actos.
Por eso, el guerrero espiritual se empeña en disciplinarse, en hacer de su voluntad una ley, un hecho. Al principio apoyado por la capacidad que le transfiere su maestro al exigirle disciplina. Luego al cumplir las exigencias de su propio Ser, que como maestro interno, busca la felicidad y la realización plena en la vida.
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