La generosidad, en el contexto del yoga, es un potente antídoto contra el sufrimiento, porque la mayoría del sufrimiento que experimentamos viene de dos causas fundamentales: El apego y la aversión.
El apego es estar aferrados a cosas. Pero no solo a las cosas que tenemos, sino también a las que no tenemos y deseamos.
Antes de continuar, me gustaría aclarar que en todo momento estamos hablando del sufrimiento que nos causan estos apegos y aversiones. En ningún momento se ha de juzgar cómo que es malo tener apegos o deseos, ni tener aversiones o rechazos. No es ni malo ni bueno, simplemente hay que evaluar si nos causan dolor, si nos quitan armonía en la vida, si nos desequilibran emocional o mentalmente. Esto sucede cuando es un apego exacerbado y fuera de control. Nada es bueno o malo inherentemente, depende de si tenemos control, de si es bueno para nosotros y los demás, y de si es acorde a la realidad en la que vivimos, al momento.
Siguiendo con la definición de apego y el dolor que nos causa, vamos a definirlo:
Cuando tenemos algo que pensamos nos hace felices, sufrimos por el miedo a perderlo, porque se estropee o porque nos lo quiten. Gastamos una ingente cantidad de energía en prevenir que esto no suceda. Y como sabemos, en este mundo en le que estamos, todo se gasta y se estropea, todo acaba. Y si no acaba, nuestra vida de seguro que si lo hará, y nada podremos llevarnos. Eso genera una gran antiedad, a veces sutil, otras veces evidente y somática.
Cuando no tenemos algo que deseamos sufrimos por la sensación de no poder ser felices hasta que lo tengamos. Y muchas veces las circunstancias hacen que no podamos acceder a ese bien, a esa valoración positiva y a esos halagos, o no somos correspondidos en nuestros sentimientos.
Para resumir, sufrimos con lo que tenemos y con lo que no tenemos.
Aversión
Con la aversión pasa igual. Hay cosas que nos pasan y que desearíamos que no estén: un dolor, una situación laboral, un clima desfavorable, un vecino molesto. Y hay cosas que tememos que nos pasen o que estén y sufrimos cuando pasan cerca o vienen hacia nosotros.
La práctica de la generosidad
En este sentido la práctica de la generosidad es un gran antídoto porque nos prepara para desprendernos de todo.
No se trata solo de una acción. Es más bien una actitud. La actitud generosa de estar siempre dispuestos a dar: sean cosas materiales, emocionales o intelectuales.
Para practicar este tipo de generosidad que nos libera del sufrimiento hay algunas regalas:
En la categoría de cosas materiales que podemos estar dispuestos a dar, se tienen que cumplir los siguientes requisitos:
Que lo que demos sea bueno, no las sobras, sino cosas que nos importan y que hacen bien a quién se las damos.
En la categoría de cosas emocionales se deben cumplir los siguientes requisitos:
Que alivien el miedo y el dolor de quién lo recibe. Puede ser a través de palabras de apoyo, de consuelo, pueden ser caricias y mimos, masajes o cualquier cosa que ayude emocionalmente a la persona que lo recibe.
En la categoría de cosas intelectuales, que pueden ser enseñanzas, consejos, puntos de vista diferentes, los requisitos son:
Que estén basados en verdades. Que estén acordes a la comprensión de la audiencia. Que ayuden a mejorar la situación.
Requisitos generales:
Y por último, para practicar cualquiera de estas categorías de la generosidad se ha de hacer sin apegarse al resultado que generemos. Sin esperar recompensa ni reconocimiento por nuestro acto. Y sobre todo, hacerlo desde la consciencia de que nuestra ayuda es solo un vote para cruzar las aguas, pero quién tiene que remar y atravesarlas es cada uno. Es muy difícil ayudar a alguien que no quiere ayuda. Y aplicado a uno mísmo, hay que saber pedir ayuda cuándo la necesitamos.
Puesta en práctica:
Practica cada día dar algo en cada una de estas tres categorías:
Da algo material, da algo emocional y da algo intelectual a las personas que lo necesiten.
¡Verás como tu vida empieza a cambiar, y como dicen todos los sabios, se te devolverá cien veces multiplicado!
Para comentar debe estar registrado.