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Rutina, cambio y libertad

La palabra “rutina” tiene una connotación negativa, como aburrimiento o compromiso obligatorio. Sin embargo, los hábitos rutinarios, en lo que se refiere al cuidado de nuestro organismo, sabemos que son positivos y nos aportan equilibrio y regularidad.

Esta regularidad la podemos ver en la naturaleza: el sol que sale cada mañana, las estaciones, las mareas y los ciclos lunares nos inspiran a ver que para estar en sintonía con nuestra esencia natural, debemos tener hábitos regulares de alimentación, ejercicio, trabajo y descaso.

Al fin de cuentas, aunque las cosas se repitan, siempre son diferentes. Cada día es un regalo, una oportunidad. Todo depende de tu enfoque.

No hace falta hacer grandes cambios. Si sientes la necesidad de salir de tu círculo, entra en tu espacio interior: allí te espera un universo desconocido, un territorio a explorar, a descubrir.

Cuando conectas con esa parte tuya, que permanece inmutable frente al cambio y sin embargo es infinita, pequeños cambios aparece en tu vida de forma evidente.

Hasta las personas que te rodean lo notarán. Un entusiasmo en las pequeñas cosas que antes no estaba.

El entusiasmo debe estar en cada acto. Entusiasmo es alegría, es estar despierto, es vivir intensamente. Es apreciar la belleza de la vida.

Para encontrar ese entusiasmo debes tener una motivación pura, un motivo: un saber por qué y para qué haces lo que haces.

Conócete y descubre cuál es tu camino hacia la libertad.

Empieza por conquistar tu mente y tu cuerpo y no les dejes caer en viejos hábitos destructivos. Apóyate en las personas que han roto la rutina heredada y han elegido su propia manera de vivir la vida.

¿Qué es lo que más te gusta hacer y que te hace bien?
¿Qué cosas puedes incentivar en tu vida que te llevarán a ese futuro ideal?
¿Cómo te ves idealmente dentro de cinco, siete o diez año?

Empieza por cambiar pequeñas cosas ahora, y el futuro será tuyo.

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